Hoy, 8 de marzo, celebro el don inmenso de ser mujer. Celebro la ternura que sostiene, la fortaleza que edifica, la sabiduría que guía y la entrega que transforma. Dios, en su amor perfecto, nos ha creado con una dignidad inquebrantable, con una vocación de amor y plenitud.

A cada mujer que da vida, que siembra esperanza, que ama con todo su ser: hoy es un día para recordar que eres valiosa, única e irrepetible. Que tu existencia es un regalo para el mundo y que, en la mirada de Dios, eres profundamente amada.

Que María Santísima, la más grande entre todas las mujeres, nos enseñe a vivir con valentía, dulzura y fe.

¡Feliz día!